jueves, 30 de septiembre de 2010
How to get a heart of ice
Atediada, se acercaba a aquél portón que solo veía porque lo conocía de memoria. Con su báculo golpeaba a los inválidos que la rodeaban, los golpeaba porque tenían lo que ella no, porque a sus elpaldas tanto como en su triste rostro de marfil, se reían con carcajadas tan hondas que penetraban su alma. Pero eran indomables, al igual que ella, una indomable sin caso, sus penas las conocía hasta San Pedro, desde allá lejos, sus lágrimas las veía María desde su oficina, sus quemaduras eran ya su característica, y aún así nadie se atrevía a hablarle. Algunos valientes le sonreían con algún resabio del pasado compartido, los demás se limitaban a juzgar desde la ventana y ella sólo lo buscaba a él, en aquélla porción ínfima de amor que actuaron un sol atrás, buscaba una pequeña mueca, una sonrisa, quería saborear esa última brasa de asado hasta hastiarse y prender otro fuego sin culpa. Pero ni el gusto podía apreciar porque apenas la tocaban sus ojos, se estremecía con el recuerdo de la aguja que quebró su corazón mientras el jugueteaba suavemente entre sus senos.
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