Estás. En todos lados estás, en cada paso que doy, en cada uno que conozco y desconozco, vos estás. Ahí, latente, perenne, inolvidable. Como los cortes en los brazos de Andrea, no desapereces, como el tembleque del abuelo, vos reapereces cuando menos lo espero,como esa madre trabajando allá a lo lejos, en la distancia pero cuya voz no se deja de escuchar, como la locura de Eduardo, estas dormitando en los laureles para levantarte de las sombras con toda la furia y todo el poder de dejarme sin nada más. Nada más que un hastío, un repudio, un desgano completo por la vida. Vos sos mi herida. Vuelvo a vos, porque aunque cambie de nombre y rostro, de cuerpo y lugar, de vida y de muerte, la historia se repite. Soy siempre la segunda, porque me quisiste así, y porque me desquiero así. Mi vida es un sinfin de despedidas, o eternas bienvenidas a medio punto. Aunque te deje entrar, nunca voy a estar en el primer lugar, no lo estuve en el tuyo, no lo voy a estar en el de nadie. Sos mi marca.
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