Tenerle miedo a la muerte mientras se vive. Sentir que no sos dueño de tu propia vida. Dudar de quien sos. Apegarse a las etiquetas que nos ponen los demás por miedo a ser la nada misma. Inseguridad. Vulnerabilidad excesiva. Mostrar al público todos los síntomas de un alma atormentada y aún así nunca dejarse ayudar, nunca revelar por completo lo que piensa, reservárselo para sobrecargar el peso sobre los hombros, la culpa, el resentimiento, el miedo. Y así, estancarse en una vida monótona que raramente alguien más tendría el coraje de calificarla como tal. Al fin y al cabo, le tenes miedo a la muerte pero estas muriendo en vida.
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