Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros
Es verdad, el silencio no es más que silencio, y aún así te desmorona, te aniquila, tuerce tus heridas más oscuras, las más escondidas; deja que te carcoman en el interior, que se multipliquen en todo tu cuerpo y ataquen a cada parte de él hasta que no tengas salida, hasta que tu rostro te acuse de cobarde y tus acciones de inútil. El silencio nos quiebra porque el silencio no es más que la verdad, porque vamos...Todos sabemos que nadie tiene una pista de qué hacemos acá, y llenamos el espacio de relleno insignificante para contener el miedo que nos apabulla. Yo tengo miedo de perderte por completo, por eso lleno mi presente con recuerdos del pasado, para dibujar una ilusión que más remedio no tiene, más remedio no tenemos. Lleno mi presente de guirnaldas que nunca existieron entre nosotros y me aprovecho a más no poder de esta arma de doble filo que nos une, para encontrarte entre los que vomitan sangre noche y día, entre los que vomitan sus emociones porque no las pueden contener en su interior sin que lo destruyan. Y bueno, la vida tiene un tinte bastante paródico si nos ponemos a pensar, pero nadie quiere pensar, nadie quiere escuchar que estamos solos asique sigamos haciendo ruido.
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